Mostrar la valentía de pasar de la inteligencia a la exteligencia, lo cual es pasar a la acción o aplicación del conocimiento adquirido, que se nos note un curso, un taller, una terapia, un libro ante las diferentes circunstancias que se nos presentan en la vida, es poner a prueba la fuerza de nuestra voluntad, intención, actitud, ánimo y el poder de nuestra elección de recuperar lo que fuimos dejando en el camino que nos gustaba de nosotros y de agregarle a nuestro recorrido lo que queremos para nuestras propias vidas.

Reconectarnos con nosotros mismos es un motivo fascinante para vivir en lo personal y en lo profesional, a sabiendas que no todo depende de uno. Por eso el mundo de la educación convida muchas alegrías como ser testigo de la alegría de una persona al poner en acción su elección y su gozo de notarse mejor de lo que era.

La educación no es arreglar el pasado, sino ver si traerlo con nosotros nos funciona o no para crear la vida que queremos para nosotros mismos. La educación no es la respuesta a la pregunta, es crear preguntas para activar el Ser que somos, que no somos, que queremos ser o que no queremos ser. La educación es involucrarse en la vida propia y activar nuestra capacidad de crearla. Reconocer que por eso, podemos pensar diferente. La educación no es para saber más sino para activar lo mejor que cada quien puede y quiere ser.